El fin de la humanidad

El transhumanismo es un movimiento intelectual y cultural que busca la superación de las limitaciones humanas. Entre sus objetivos más divulgados está la eliminación del envejecimiento y la potenciación de las facultades físicas y mentales, así como también, para algunos, la abolición del género en el sentido sexual. Los teóricos transhumanistas, de hecho, afirman que pronto alcanzaremos un estado "posthumano", de perfección física, indiferenciación de género y, según algunas corrientes, juventud perpetua e inmortalidad.

Los partidarios de esta corriente afirman que este tipo de pensamiento ha existido a lo largo de la historia, y citan como ejemplos de precursores a los mitos preclásicos, como por ejemplo el Cantar de Gilgamesh, que daban cuenta de la búsqueda del ser humano de encontrar la vida eterna o la fuente de la eterna juventud. Una visión más moderada afirma que los comienzos del transhumanismo se dieron en el Renacimiento, y suele mencionarse al filósofo italiano Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), que en su escrito De hominis dignitate (Tratado sobre la dignidad humana) hablaba de "esculpir la propia estatua" refiriéndose a la modificación del cuerpo. Otro antecedente más reciente sería el filósofo y matemático francés Nicolás de Condorcet (1743-1794), que especuló con la idea de emplear los avances de la ciencia médica para extender la vida humana. La obra de Nietzsche, por supuesto, es de especial importancia para los transhumanistas.

En la segunda mitad del siglo XX la robótica y la informática aportaron al transhumanismo la idea de inteligencia artificial y la posibilidad del cyborg, híbrido de máquina y ser viviente, dirección en la que podría moverse una búsqueda científicamente factible de prolongación de la vida. A principios de la década de 1980, con el advenimiento de la nanotecnología, esta posibilidad se volvió aun más cercana. La novela Música en la sangre, del escritor cyberpunk Greg Bear es un buen ejemplo de las ideas disparadas por este avance.

En cierto sentido podría decirse que el transhumanismo es la colonización del cuerpo por las tecnologías contemporáneas y futuras, lo cual fascinaría al escritor británico de ciencia ficción J.G.Ballard. Ya en el siglo XXI, los filósofos Nick Bostrom y David Pearce fundaron la Asociación Transhumanista Mundial, una ONG que busca legitimar las ideas transhumanistas y presentarlas como una búsqueda científica legítima y de interés público.

En general, los transhumanistas prefieren enfoques interdisciplinarios a la hora de considerar sus objetivos, incorporando a la reflexión los aportes de la futurología, la bioética, la infoética, la roboética y la tecnoética, generalmente desde una filiación política y económica de corte liberal, aunque esto último no necesariamente se aplica a todos los pensadores de esta corriente. Desde una perspectiva más filosófica, por ejemplo, los transhumanistas han objetado a la concepción tardomoderna de la "naturaleza", por lo que entender lo "natural" como un valor ético central es ajeno al transhumanismo; de ahí que muchos transhumanistas se refieran a sus críticos, sean de derecha o de izquierda, como "bioconservadores" o "bioludditas", en referencia al célebre grupo de activistas que reaccionaron contra la revolución industrial.

El transhumanismo viene teniendo una importante influencia en el arte del siglo XXI. Desde la literatura (la novela citada de Greg Bear, pero también Las partículas elementales, de Houellebecq) hasta la plástica, como por ejemplo el arte del suizo H.R.Giger (conocido especialmente por su trabajo en la película Alien y por haber inventado la estética "biomecánica"). Muchos establecen el comienzo del arte transhumanista en el estreno del cortometraje Breaking away, en 1979, que mostraba la evolución humana como un impulso de desprenderse de la naturaleza y las limitaciones físicas, en dirección al espacio. En la música pop/rock es notoria la influencia del transhumanismo en las prácticas de automejoramiento físico de Michael Jackson, por ejemplo, pero también en Marilyn Manson, especialmente en su trabajo de 1999 Mechanical animals, cuya portada (y algunos de sus videos) mostraba a Manson metamorfoseado en un robot andrógino extraterrestre.

Entre las corrientes transhumanistas más importantes se encuentra el Posgenerismo, que busca la eliminación del género a través de la biotecnología reproductiva. Los posgeneristas argumentan que la existencia de roles de género en las sociedades humanas actúa en detrimento del potencial individual de las personas, y por tanto consideran deseable que las nuevas tecnologías permitan eliminar las diferencias de género en un futuro cercano. Otras corrientes de importancia son el Tecnogaiaismo, que pretende que los avances científicos y tecnológicos restauren el equilibrio del planeta, entendido como un único organismo o red de organismos (la "hipótesis Gaia"), y el Inmortalismo, que considera posible alcanzar la inmortalidad a través de la tecnología.

Originalmente publicado en Freeway, julio 2011

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