Prosa fundamental, prosa desconocida y correspondencia, Julio Herrera y Reissig


Prosas performáticas


Julio Herrera y Reissig – prosa fundamental, prosa desconocida y correspondencia (volúmenes 190 y 191 de la Colección de Clásicos Uruguayos) no tiene desperdicio. Compilado y prologado por Aldo Mazzucchelli, a poco menos de dos años de la publicación de La mejor de las fieras humanas (biografía ineludible para todos los interesados en Herrera y Reissig) y a poco más de cinco de su edición de Tratado de la imbecilidad del país por el sistema de Herbert Spencer, este trabajo compila en orden cronológico casi la totalidad de los trabajos en prosa del autor de Tertulia lunática, incluyendo una buena selección de su correspondencia y dejando de lado apenas algunos textos especialmente conocidos, entre ellos el famoso discurso “al Partido Colorado” y el relato “El traje lila”. Se incorporan, por mencionar apenas los llamadores de atención quizá más poderosos, piezas como el “Epílogo Wagneriano a La política de fusión con surtidos de piscología sobre el imperio de Zapicán”, publicado originalmente en septiembre de 1902, los ensayos “El círculo de la muerte” y “El germen de las literaturas: La Biblia”, la curiosa serie de artículos urbanísticos (que incluyen apreciaciones de Herrera y Reissig sobre el plan de construcción del Boulevard Artigas y sobre la ornamentación de la Plaza Independencia) publicados sin firma en 1905 y dos de los textos de la serie “nuestras bellezas”, comentada de cerca por Helena Corbellini en su artículo “Las bellas y la fiera”, que fue publicado en Prosas herrerianas, el libro de ensayos sobre Herrera y Reissig publicado a fines de 2011 por Banda Oriental. Pero además encontramos parte de la polémica entre Herrera y Reissig y Roberto de las Carreras y la serie “asuntos de actualidad”, en la que, bajo la máscara de “Eugenio Sabio” (Mazzucchelli, de hecho, propone pensar este nombre más como un heterónimo de Herrera que como un pseudónimo) el poeta piensa en cuestiones que podrían parecernos extrañas (al menos para la imagen más cliché de Herrera y Reissig, desafiada y derribada por La mejor de las fieras humanas), como intereses, patentes e impuestos.
Otro punto fuerte del libro es el trabajo de selección de la correspondencia. Encontramos por ejemplo un diálogo maravilloso con Edmundo Montagne, en el que se habla de Horacio Quiroga en los siguientes términos: “Le envío para que se forme juicio –y a solicitud de su autor, que es algo pedantuelo, Los Arrecifes de Coral–. Horacio Quiroga, que como Ud. Sabrá me visita a menudo, tiene algo de talento (…) Versifica bastante bien, y en las prosas aunque tiene mucho de tonto, insustancial, arrítmico y reminiscente, demuestra valor artístico” (p.224). Esto se dice a fines de noviembre de 1901; el 8 de diciembre, Herrera retoma el tema en su correspondencia con Montagne y escribe: “viera Ud. el abatimiento de este joven. Su obra ha muerto en el más grave mutismo. Un fracaso sigiloso (…) [Quiroga] se me hace un muerto. Le noto pálido, silencioso, agriado, turbio, ensimismado. (…) Opino que ¾ del libro pasa de malísimo. Cuánto defecto de forma! Cuánta tontería abstrusa, cuanta imitación servil, cuánto acertijo sin arte, cuánto alambicamiento insulso, cuánta falta de lenguaje, de elegancia, de ritmo, de eufonía! Es un desbarajuste de principiante que quiere comenzar por lo alto!”. Y unas líneas más adelante: “Esto se lo digo a Ud. en su intimidad, pidiéndole una reserva sin fin, pues, Ud. se supondrá que por mera galantería, al darle gracias a Quiroga por el envío de su libro, lo he tenido que felicitar, aunque sin mucho remilgo, como soy yo de franco. Le dije que había cosas muy bonitas en su libro, principalmente en las últimas páginas ¡y nada más!” (pps.227-228)
Mazzucchelli aporta además un prólogo de especial interés y una biografía sucinta. En el primero se repasan algunos conceptos ya explorados en La mejor de las fieras humanas, entre ellos la conexión del poeta con el barroco (“el estilo que brota en los textos de Herrera y Reissig (…) puede asociarse a muchos de los rasgos del barroco (…) agreguemos aquí que su prosa encaja el calificativo sin el menor esfuerzo” (p.XXIII) y la cualidad performática (“una literatura en prosa hecha de ocasiones”, p.XIV) de gran parte de los textos recogidos, muchos de ellos discursos, ataques, defensas, brindis, respuestas y reseñas que jugaban a instalar el perfil contestatario de Herrera a la fuerza en el aburrido mundillo cultural uruguayo. También se trabaja sobre una lectura de la posición política de Herrera (“excéntrica” según Mazzucchellí, p.XXXI), lo que evidentemente opera en la construcción de la figura del poeta tramada en la mencionada biografía, se repasa el concepto de dandy y se proponen coordenadas muy sugerentes para la relación entre Herrera y Reissig y el discurso científico: “La ciencia, que interesa a Herrera y Reissig cuando está interviniendo en relación con la “cuestión social”, o en relación con la economía o el espacio simbólico de la ciudad, o aun la geografía o la mineralogía, es, en efecto, persistentemente resistida en su concepción de autor, de poeta y de actor del lenguaje (…) En tanto escritor, la literatura es la que coloniza y usa las categorías de la ciencia, y nunca al revés”.
En síntesis, Julio Herrera y Reissig – prosa fundamental, prosa desconocida y correspondencia es un libro imprescindible para cualquier lector interesado en acceder a una dimensión más completa del mayor poeta de nuestra literatura.

Publicada en La Diaria el 1 de agosto de 2012

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